Terapias emocionales Amor o Lujuria (segunda parte)



'Lust' (Lujuria) de Eydam

Vamos con la segunda parte de nuestro artículo sobre la Lujuria y el Amor; les recuerdo que en el blog anterior expusimos las señales de la Lujuria y del Amor, según la Doctora Judith Orloff; también dejamos en nuestra fanpage la pregunta: ¿Qué sería mejor o más sano: sentir Lujuria o sentir Amor?; las respuestas no se hicieron esperar: de 63 personas, 53 manifestaron que es mejor sentir Amor e incluso comentaron que “la lujuria sin amor, no es mucho”, que el “amor es un acto de entrega” y otras notas por el estilo.

Resulta que si tú dices que es mejor sentir Amor, posiblemente te estés identificando con una emoción “trasparente”… pura… casi que divina (Dios es Amor); pero si te identificas con la Lujuria, la cosa ya no es tan limpia, tan “buena”. Te pregunto: ¿Por qué el Amor se considera ‘bueno’? ¿Las personas profundamente enamoradas consideran al Amor ‘bueno’ o ‘malo’? ¿Y qué pasa con las que no lo están? ¿Y por qué la Lujuria se considera ‘mala’? 



Experiencias terapéuticas con la Lujuria

Una de las pacientes que recordé al leer a la Dra. Orloff fue precisamente a María (se acuerdan que cambio el nombre y siempre se llama igual, ¿no?); ella presenta un cuadro emocional particular: expresa no tener sexo hace más de dos años y ciertas situaciones físicas hacen que la sensibilidad en sus zonas erógenas haya disminuido; entre otras cosas, ha llegado al punto de no sentir sus labios, pues recientemente se practicó una cirugía en la boca; resulta que no siente ni siquiera los besos de su pareja (¡!).

Por supuesto el activante que ocasionó que María generara ese bloqueo inconsciente tiene unas raíces profundas, pues la situación se originó en su niñez temprana; nuestra segunda sesión de terapia se centró precisamente en reconciliarla con su propia sexualidad y más específicamente, con sus órganos sexuales; María necesitaba reconciliarse con su boca, para volver a sentirla y, cuando logró desbloquear esa emoción y generar nuevamente sensaciones en su boca, se siente extraña; pero María reconoce que puede mejorar; y quiere hacerlo no sólo con su boca, sino con el resto de su cuerpo, que hasta hoy reconoce como hermoso; anteriormente ella no se reconocía como tal y, para ayudarse, consiguió una pareja que hacía muy bien el trabajo de mantenerle ese concepto: “Estás fea... ¿Vas a salir así?... Estás gordaPor qué no te cambias, es que no me gusta cómo estás”; en resumen, María había perdido la Lujuria en su vida, solo que por esa estúpida necesidad de esconder la palabrita Lujuria, había disfrazado todo tan bien, que ya no recordaba qué era máscara y, qué no lo era.


El concepto de Lujuria
Primero debemos aclarar el concepto ‘Lujuria’, tema un poco complicado pues la palabra encierra una carga importante: una Creencia (y para nuestras terapias, debemos trabajar para reconstruir las creencias, dejar de evaluarlas como “buenas” o “malas” y usarlas para nuestra experiencia de vida); al ser la Lujuria una Creencia, tiene un tinte específicamente social (o religioso, para nosotros es lo mismo); la Real Academia de la Lengua Española la define sencillamente como “Exceso o demasía en algunas cosas“(1); en internet, Wikipedia, expone que la palabra proviene del latín luxus (abundancia, exuberancia) y una de sus acepciones se define como un “deseo sexual desordenado e incontrolable” y añade que “(…)La lujuria se vincula con la lascivia, que es la imposibilidad de controlar la libido”(2). Si buscamos definiciones del término en inglés (Lust), podemos leer que “es una fuerza emocional que está directamente asociada con el pensamiento o la fantasía de un deseo, usualmente en el campo sexual” (3), mientras que el diccionario Merriam-Webster define Lujuria como “placer, deleite” e incluso como entusiasmo por algo. 



 
La Lujuria a través del tiempo 
 Desde el punto de vista social, el Sikhismo y el Hinduismo consideran que la Lujuria se encuentran dentro de lo que se denominan Los cinco males; la Iglesia católica romana la considera como un pecado capital, exponiendo que todo deseo sexual es lujurioso, así sea controlable o no, idea que suele estar asociada a “reglas”, “normas” y/o “límites” (No desearás la mujer de tu prójimo – Religión Católica; Quien mire a una mujer lujuriosamente habrá cometido adulterio con ella en su corazón – Religión Protestante; La imaginación del corazón del hombre es maligna para su juventud – Religión Judía); de esta forma la Lujuria se hace presente dentro de las obligaciones que algunas religiones imponen a sus seguidores y particularmente a quienes cumplen funciones pastorales; quiero notar que estas obligaciones que, para la Iglesia católica romana se instauraron después de muchos debates entre el siglo I y el V, fueron argumentadas y reorientadas en el siglo XVI, en la Reforma Luterana en la que surge la religión Protestante; es decir que las “normas” sobre la castidad y la lujuria han ido cambiando según ciertos parámetros que tienen que ver con el momento histórico y cultural de una cierta sociedad. 




Emociones y la Lujuria
Pido disculpas por este brochazo de historia, que espero no haya sido aburrido, pero lo considero necesario; es importante documentarse cuando se tiene la enorme responsabilidad de exponer una idea a nuestros amables lectores. Además, logramos extraer una importante consideración: La Lujuria NO ES UNA EMOCIÓN, es una simple creencia; una creencia que algunas personas consideran ‘mala’ o ‘negativa’ y a la que nuestra ideología como terapeutas, nos impulsa a cambiar para volver neutra.

Es decir: solo alguna institución te ha dicho a lo largo de tu vida, que sentir Lujuria es ‘malo’ o ‘negativo’; tu experiencia de vida ha sacado una conclusión respecto a esa idea; lo que te proponemos en este escrito es que tengas argumentos para entender que creer que la Lujuria es ‘mala’ es tanto como creer que la Reencarnación es ‘mala’; puedes crear la Lujuria en cualquier momento y puedes verla como un “placer”, como “abundancia, exceso” o como un “deseo sexual incontrolable”; consideramos que lo más importante para tu experiencia de vida, es que logres crearla siendo consciente de ella, en lugar de negarla y bloquearla, pues estas negaciones, si pueden afectar a tu salud emocional, mental y orgánica en niveles profundos.
En conclusión y para nosotros, sentir Lujuria NO ES MALO; lo que es malo es no expresarla y volver la vida un ridículo desorden, tratando de mantener unas “apariencias sociales” que me llevan incluso a impedir que mi cuerpo sienta lo que debe sentir o funcione como debe funcionar; pienso en todas mis pacientes, cuya vida sexual no ha podido ser mejor, porque piensan que si se muestran muy lujuriosas o muy ‘expertas’, serán etiquetadas como mujeres fáciles; lástima que los hombres nos estemos perdiendo de todo lo que tienen para darnos, mujeres; a todas ustedes dedico el artículo de esta semana. 


Notas:

(1) Real Academia de la Lengua Española. http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?LEMA=lujuria Visitado en 29-08-2011

(2) Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Lujuria Visitado en 29-08-2011

(3) Wikipedia en inglés http://en.wikipedia.org/wiki/Lust Visitado en 29-08-2011




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