Los huesos también comen
Aunque el calcio es
el mineral más reconocido no es el único nutriente que contribuye a su
desarrollo y mantenimiento
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De manera
inconsciente, en muchas ocasiones las conversaciones familiares se enriquecen
con recomendaciones similares a las de "el pescado es muy bueno para la
memoria, la leche para los huesos y la zanahorias para la vista". Detrás
de estos dichos populares, que heredamos generación tras generación, se hallan
las propiedades que proporcionan a nuestro cuerpo el fósforo, el calcio y los
carotenos y el potasio.
El calcio es el
mineral más reconocido con respecto a la nutrición y a la salud de los huesos y
dientes. Pero no es el único nutriente que participa en el fenómeno complejo de
crecimiento, desarrollo y mantenimiento óseo, aunque siempre se le adjudica la
máxima atención. El hueso está formado por diversos minerales además del
calcio, el más abundante, entre los que destacan el fósforo, el magnesio y el
flúor. Sin el aporte idóneo y el metabolismo adecuado de todos estos elementos,
los procesos de nutrición, el crecimiento, desarrollo y mantenimiento de la
masa ósea son incompletos. Pero la deficiencia en calcio y el aumento del
riesgo de osteoporosis, circunstancias que alarman a las autoridades
sanitarias, así como a la población en general, no se debe tanto a un aporte
insuficiente de calcio. El problema está en un consumo desproporcionado de
proteína, sodio y fósforo, nutrientes cuyo exceso limita la absorción del
calcio, altera el metabolismo y favorece la eliminación del mineral. Y aunque
la nutrición es un factor determinante en la salud ósea, otros también
influyen. Un hábito insano como fumar aumenta la pérdida de hueso y disminuye
la absorción intestinal de calcio, mientras que la actividad física actúa de
forma positiva al mejorar la regeneración ósea. La Organización Mundial de la
Salud considera que las fracturas por osteoporosis disminuirían en un 18% en
Europa si no hubiera sedentarismo.
Los nutrientes de los huesos, uno a uno
Calcio:
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Importante pero no imprescindible. El
calcio es el mineral más abundante en el organismo, y ocupa alrededor del 2%
del peso total. El 99% del calcio corporal se localiza en el hueso y el resto
en los líquidos intracelulares y extracelulares, donde desempeña procesos
funcionales importantes: transmisión del impulso nervioso, excitabilidad
neuronal y formación de neurotransmisores, coagulación sanguínea, entro otras.
La tasa de absorción del calcio de los alimentos oscila entre el 25% y el 40%
y en situaciones especiales como el embarazo esta absorción se incrementa
hasta llegar al 60%. La mayor parte del calcio absorbido se emplea en la
formación y regeneración de huesos y dientes. La absorción depende de una
hormona derivada de la vitamina D, por lo que calcio y vitamina D están
relacionados. Las ingestas dietéticas de referencia para el calcio son de 900
mg/día para mujeres y hombres adultos, 1.100 mg/día para mujeres embarazadas
y niños en edad de crecer, y hasta 1.200 mg diarios en la mujer lactante,
durante el tiempo que dure la lactancia. Las verduras de hoja verde son una
buena fuente de calcio
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Qué
comer: Aunque la leche (120 mg calcio/100
g) y los derivados son la referencia más conocida de calcio en la dieta, hay
alimentos cuyo consumo contribuye de manera idónea a alcanzar las cantidades
recomendadas. Es el caso de semillas de sésamo (150 mg/100 g), frutos secos
(150-250 mg/100 g), legumbres (150 mg/100 g) y verduras de hoja verde (col,
brécol, espinacas, acelga, berros), con un aporte medio de 100 mg de
calcio/100 g. El gomasio (sésamo machacado y mezclado con sal) se puede
añadir a ensaladas, purés y cremas, y el tahini (pasta cremosa de sésamo)
sirve para untar el pan de desayunos, almuerzos y meriendas. Los pescados
cuya espina se come (sardinas y boquerones en lata) también son fuente de
calcio, y se pueden comer con frecuencia semanal en ensaladas, tortillas o
mezclados con pasta o arroz.
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Fósforo:
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En equilibrio con el calcio. El fósforo y el calcio son
dos elementos antagonistas en muchas de sus funciones orgánicas, pero
complementarios para la formación, desarrollo y mantenimiento de huesos y
dientes. Para ello deben estar en cantidades proporcionadas en el organismo,
ya que la abundancia o la carencia de uno afecta a la capacidad de absorber
el otro. En el organismo adulto, el 85% del fósforo se encuentra formando
parte de la matriz ósea y el 15% restante, se distribuye por los tejidos
blandos. La eficiencia de absorción del calcio aumenta a medida que disminuye
la ingesta alimentaria de fósforo. Por tanto, el exceso de fósforo se asocia
a una menor asimilación de calcio y, por tanto, a un mayor riesgo de
desmineralización ósea.
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Qué comer: el fósforo es un elemento esencial para la vida
animal y vegetal, de ahí que esté distribuido en mayor o menor medida en
todos los alimentos. Los alimentos ricos en proteínas como las vísceras
(300-600 mg/100 g en sesos, hígado, mollejas), los quesos curados (400-800
mg/100 g), las carnes y los pescados (200-300 mg/100 g) y los huevos (200
mg/100 g, concentrado en la yema) son particularmente ricos en fósforo, por
lo que el consumo de estos alimentos será equilibrado y ajustado a las
necesidades individuales. También abunda en los frutos secos (350-600 mg/100
g), los cereales integrales (300 mg/100 g) y las legumbres (300-400 mg/100
g). El germen de trigo es un complemento a tener en cuenta por su riqueza en
fósforo (970 mg/100 g) y su escasez de calcio (55 mg/100 g). Los refrescos de
cola tienen ácido fosfórico, aditivo acidulante que contiene fósforo, por lo
que un consumo excesivo de estas bebidas puede crear un desajuste en el
equilibrio calcio-fósforo. Su ingesta excesiva se relaciona con la
descalcificación de los huesos. La referencia para el fósforo se sitúa en los
700 mg/día en ambos sexos. Por ejemplo, el contenido de fósforo de los
refrescos oscila entre los 478 y los 546 mg/l.
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Vitamina
D:
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Imprescindible.
La vitamina D (colecalciferol) interviene en el mantenimiento corporal normal
de los niveles de calcio y fósforo al estimular su absorción intestinal y la
reabsorción renal de calcio. Esta vitamina la puede fabricar el organismo
humano gracias a la luz solar, ya que las células de la piel son capaces de
convertir en vitamina D un derivado del colesterol producido en el hígado y
exportarlo a la piel. No obstante, hay alimentos que la contienen, sobre
todo, el pescado azul
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Qué comer: pescados azules varios días por semana, huevos
y lácteos. El aceite de hígado de pescado se usa como complemento alimenticio
de vitamina D, pero su consumo, para evitar una ingesta excesiva que resulta
contraproducente, siempre se hará en el momento, durante el tiempo y en la dosis
indicada por el personal facultativo. La actividad física tiene un efecto
positivo en la regeneración de los huesos
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Magnesio:
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El gran olvidado. De los 25 gramos de magnesio
acumulados en el cuerpo, más de la mitad (50-60%) se concentran en el
esqueleto, y alrededor de un tercio se localiza en la superficie del hueso.
Las investigaciones científicas han evidenciado que el magnesio ejerce un
papel relevante en la formación ósea al regular la absorción del calcio
dietético, ya que participa en las acciones de la parathormona, la hormona
que regula el equilibrio de calcio y fósforo en el organismo, e influye en la
actividad de la vitamina D, necesaria para que el calcio se fije en el hueso.
Por tanto, la deficiencia de magnesio puede producir una mala absorción de
calcio en el organismo, aunque el aporte de calcio sea idóneo. La ingesta
dietética de referencia de magnesio mujeres es de 300 miligramos/día y de 350
para hombres.
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Qué comer: un puñado de frutos secos a diario (200-350
mg/100 g), alternando con frutas desecadas (60 mg/100 g), los cereales
integrales (150-200 mg/100 g), legumbres (150 mg/100 g, y hasta 350 mg/100 g
en la soja seca) y vegetales de hoja verde (50 mg/100 g).
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Flúor:
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En su justa medida. La mayor parte del
flúor se encuentra en los huesos en forma de una sal cristalina denominada
"fluorapatita", determinante para conservar la dureza y densidad
del esmalte dental y de la matriz mineral de los huesos. La ingesta dietética
de referencia para este mineral es de 3 mg/día en mujeres y niños y 4 mg
diarios para los hombres.
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Qué comer: el agua, los pescados y mariscos, el té (negro,
verde, rojo...) son las principales fuentes naturales de flúor. Las hojas
secas del té tienen capacidad de acumular flúor, por lo que el aporte de
flúor a la dieta por medio de los tés dependerá de la cantidad de té seco
usada, la concentración de fluoruro en el agua, el tiempo de elaboración del
té y cantidad diaria de té ingerida.
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LOS EXCESOS Y LA DESCALCIFICACIÓN ÓSEA
Fósforo,
sodio y proteínas.
Estos tres nutrientes en exceso se asocian a una mala salud ósea en tanto que
favorecen la pérdida de calcio de los huesos o limitan la absorción, o ambos
efectos.
Son numerosas las
referencias científicas que advierten de que una dieta en la que abunden los
alimentos proteicos como la carne (rica en proteínas, fósforo y en mayor o
menor medida, sodio) puede provocar deficiencia de calcio en los huesos con la
consiguiente descalcificación ósea, y el aumento de riesgo de osteoporosis. La
oxidación (metabolismo) de las proteínas, en concreto de los aminoácidos
azufrados, genera sustancias ácidas. Si la acidez se mantiene, se moviliza el
calcio del hueso como respuesta para amortiguar o neutralizar la carga ácida.
Como consecuencia de este proceso se produce una disminución del calcio de los
huesos. Conviene recordar que la OMS estima en 0,8-1 gramo de proteína por kilo
de peso y día, los requerimientos de proteínas para una persona adulta. En circunstancias
concretas como la infancia y la adolescencia, el embarazo y la práctica regular
e intensa de ejercicio físico, las necesidades aumentan hasta 1,4-1,8 g/kg/día.
En los países desarrollados la mayoría de las personas consumen más proteína de
la que necesitan, en particular mediante la ingesta de carne. La recomendación
de consumo de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria se sitúa en torno a
40-70 gramos/día (3-4 raciones a la semana, si se considera que una ración
equivale a 100-125 gramos).
TABLA COMPARATIVA
Adultos
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Niños
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Mujeres lactantes
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Alimentos ricos en...
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CALCIO
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900 mg/día
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1.000 mg/día
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1.100-1.200
mg/día
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Leche: 120
mg/100 g
Sésamo: 150 mg/100 g Frutos secos y legumbres: 150 mg/100 g |
FÓSFORO
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700 mg/día
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600 mg/día
|
800-990 mg/día
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Quesos curados:
400-800 mg/100 g
Carnes y pescados: 200-300 mg/100 g Huevos: 200 mg/100 g |
VITAMINA-D
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5 microgramos
(mcg)/día
|
5 mcg/ día
|
10 mcg/día
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Anchoas en
aceite: 14 mcg/100 g
Bonito en aceite: 23,80 mcg/100 g Pescados azules (en general): 7,5-11 mcg/100 g Huevos: 1,7 mcg/100 g |
MAGNESIO
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Mujeres: 300
mg/día
Hombres:350 mg/día |
120-170 mg/día
|
360 mg/día
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Frutos secos:
250 mg/día
Cereales integrales: 200 mg/dia Vegetales: 50-100 mg/día |
FLÚOR
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Mujeres: 3
mg/día Hombres: 4 mg/día
|
1 mg/día
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3 mg/día
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Son fuente de flúor
el agua, pescados y mariscos y el té
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