Las 10 poses que no nos gustan a las mujeres


Ya que nuestro artículo sobre la lujuria tuvo tan buena recepción y a que mujeres querían un tema similar pero más práctico, recopilamos este decálogo de poses que hacen que una mujer se esfume y que no necesariamente tienen que ver con el sexo. ¡Presten atención, hombres, pues el artículo de esta semana está dedicado a Ustedes! (Y mujeres, verán que se convierte en casi en obligación de solidaridad de género, compartir esta información)  

No nos gusta...


1) El pantallero: nada más desmotivador que un hombre sobreactuado que deba impostar sus actitudes o disfrazar su apariencia. Y lo peor: que se le note. Cuando la naturalidad se esconde aparentando con imitaciones de Rolex, mancornas de oro Golfi, usando el carro del tío y saliendo con frases calculadas y labradas desde el día anterior, eso se percibe. Buscamos un buen producto, por supuesto, especialmente si viene en un empaque atractivo. Pero no imaginan lo frustrante que es quedarse solamente con un bonito envase, cuando en el fondo no hay más que carencia de contenido. “Ser natural -decía Oscar Wilde-, es la más difícil de las poses”.


2) El intelectualoide: nos fascinan los hombres interesantes, quién lo duda, pero no cuando abusan con la arrogancia de su intelecto. Aquellos que miran con ojos entrecerrados, muerden la punta de la pata de los lentes (o en su defecto fuman pipa) y hasta para decir una obviedad abanican la mano como sosteniendo una copa imaginaria, despiertan en nosotras más que empatía: rechazo. Al César lo que es del César, y a Borges lo que es de Borges, y para frases célebres tenemos a Séneca. En ustedes buscamos conversaciones inteligentes, humor fino y sencillez, por más eruditos que sean.


3) El autista: Si Marge no ha sido capaz de decírselo a Homero Simpson, nosotras sí lo haremos: no-nos-gustan los hombres que se escurren en el sofá y se quedan por horas, lelos, idiotizados con la televisión. Si son de esos ‘zombies’ que, además, ambientan la sala con six-packs de cerveza y triángulos de pizza mordidos, están próximos a que les decomisen el control y, un día no muy lejano, las llaves del apartamento. No se arriesguen.


4) El rogado: La tercera ley de Newton sugiere que toda fuerza aplicada a un cuerpo, obtiene de ese cuerpo una reacción igual en el sentido contrario. En español: si nosotras damos un paso hacia delante en la conquista y actuamos, buscamos que la respuesta de ustedes sea proporcional hacia nosotras, con la misma intensidad o, al menos, parecida. Pero si lo que buscan es que nos sumemos a la fila de pretendientes que tienen, están equivocados. La pose del rogado no es dinámica, es esquiva y, tarde o temprano, aburre. Un cuerpo que genere tanta resistencia, sin importar su cuerpo, puede resultar perdiendo magnetismo. Física elemental.
 
5) El posesivo: Intensa y hostigante, esta pose suele manifestarse en eventos públicos. A ver si se les hace familiar la escena: en una fiesta, luego de horas de espera para que nuestra pareja nos saque a bailar, finalmente un desconocido se acerca solidario. Recién está uno en la pista, en la mesa nuestro hombre empieza su metamorfosis: comienza con los ojos fijos y coléricos, pasa a la aceleración de la respiración y con ella el pie derecho empieza a redoblar desesperado contra el piso. Pueden llegar a mirar el reloj hasta cinco veces durante una canción, antes de decir: “nos vamos”. Ya dejen la filosofía del triciclo: ya no lo usan, lo tienen olvidado, pero ay de aquél que se atreva siquiera a tocarlo.


6) El dormido de baba: Si de bebés eran tan lindos dormiditos, de grandes ya no lo son tanto. Nadie ha podido explicar porqué los hombres, a medida que crecen, convierten una siesta en una liturgia de ronquidos, frases sin sentido y babeos incontinentes. Sabemos que no pueden hacer nada contra ello, pero queremos que sepan que esa pose no es la más estética y agradable. Por esta vez, digamos, se la perdonamos.


7) El del silencio inquisidor: Aclaremos las cosas: si se van a quedar mirándonos eternamente, digan algo. Cuando ponen su codo sobre la almohada, la mejilla sobre la palma y nos miran por horas (después del sexo, por ejemplo), sabemos que no nos están contemplando, sino que tienen una pregunta atragantada. ¡Háganla!

 
8) El retraído: Los hombres tímidos tienen cierto encanto, siempre que no lleguen al punto del atolondramiento. Su aparente vulnerabilidad nos estimula a actuar a nosotras con más seguridad, a tomar iniciativas; pero también esperamos recibir señales. Son identificables fácilmente porque se sonrojan ante cualquier halago, no sacan las manos de los bolsillos, son incapaces de sostener la mirada por más de un minuto y se les escapan eventuales tartamudeos. Ténganse confianza y seguridad, al fin y al cabo, nosotras no mordemos. O no tanto.


9) El milamores: No exageren alardeando acerca de su historial de conquistas y, mucho menos, se empeñen en convencernos de que debemos respetar y tolerar su personalidad de donjuanes con el argumento de “es que yo soy así”. A las mujeres nos siguen gustando más las relaciones serias, en comparación con los hombres. Para resolver esa tesis, una universidad en Virginia (EE.UU) decidió gastarse una platica y determinó que sí, que somos más dadas al compromiso que a la aventura. Así que si no están para dar seguridad y conformarse con una, a cantar a otro lado su tango: “tengo mil novias, me gustan todas, qué voy a hacer si yo soy picaflor”. ¡A picar en otra flor!


10) El confiado: No confundir con la pose del rogado, porque es distinto. El confiado desborda su propio ego y ni siquiera sabe cómo administrarlo. Dice ser experto en todo, pero al final resulta ejecutor de nada. Es el típico “macho Marlboro -según la sexóloga de RCN Radio, Carmen Larreazabal-, ve su mundo por encima del de los demás ¡Es un verdadero fastidio!”. Como una petición colectiva: evítennos tener que desinflarlos y bajarlos de su pedestal. Algunas de estas poses son perdonables, otras sencillamente niegan la posibilidad de arrancar siquiera una relación.


Como sabemos que hay otras tantas, escribe en los comentarios cuáles son las poses de los hombres que menos te gustan y que definitivamente te espantan.

Por: Bianca Ochoa

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