El estrés Una famosa forma de escuchar tu cuerpo
Hace unos días una persona muy cercana sufrió un accidente
automovilístico y generó una serie de movimientos interesantes a nuestro
alrededor, que quisiéramos compartir con nuestros lectores; uno de esos
movimientos fue el estrés en varios de nosotros y ese será el tema de hoy.
Existen múltiples razones por las que las personas se
declaran estresadas. La persona estresada parece presentar un “equilibrio
inestable o desestabilizante”, que en ocasiones puede abarcar un periodo corto
de tiempo, pero algunas veces puede alargarse durante años; es posible que una
persona se sienta igual ante una situación extrema como un accidente, la muerte
o incluso una buena noticia, como un nacimiento o un premio económico y recordar
ese tema lo desestabilice. Queremos compartir contigo que el estrés influye en
nuestra salud y modifica el funcionamiento general del organismo, y por lo
tanto, hablar de estrés implica relacionar las funciones de nuestra mente, con
las funciones de nuestro cuerpo (es decir, relacionamos las funciones psíquicas
con las somáticas).
A nosotros llegan pacientes que, en muchas ocasiones y sin
ser conscientes de ello, se quejan de dolores musculares, contracturas,
cansancio físico generalizado, taquicardias, mareos, dificultad para respirar,
y trastornos intestinales entre otros. En casos como estos, incluso algunos pacientes
ya han pasado antes por episodios en donde han sido atendidos a nivel médico y
ha sido imposible o ineficiente su tratamiento.
Sin embargo, en casos donde el paciente no hace caso a su
propio cuerpo, estos síntomas se tornan tan severos y discapacitantes, que
muchas veces la persona que los padece se coloca en una situación de
nerviosismo y desesperación por no saber el origen de sus dolencias ni poder curarlas
efectivamente.
Sin embargo y como ya hemos explicado antes en varios
artículos, todos los orígenes de las enfermedades se encuentran en las
vivencias presentes y pasadas y en las creencias sobre esas vivencias (técnicamente
este se llamaría el contexto biopsicosocial de la persona). La vida laboral,
los distintos estilos de vida o las obligaciones familiares, en vez de
constituirse como espacios en los que se puede enriquecer las personas, pasan a
convertirse o a entenderse como duras cargas que golpean una y otra vez el propio
cuerpo. Este continuo “golpeteo” sobre nuestro organismo va produciendo daños
en distintos niveles, generando magullamientos y dolores en órganos y músculos,
pero primero, en nuestra mente.
Así se queja nuestro cuerpo
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Si permitimos que estas cargas en
la vida diaria generen un constante flujo de emociones negativas como el
sufrimiento, el miedo, la culpa, la ira o cualquier tipo de sentimiento que nos
origine conflicto y que además manejemos o procesemos de forma inadecuada, nuestro
organismo físico se irá cargando, acumulando estas sensaciones en cada uno de
los diferentes órganos en los que se procesos; por ejemplo, la emoción de la
Ira, se procesa en el Hígado y allí la pueden acumular las personas que no la
expresan o procesan adecuadamente y que luego sufren de desequilibrios que
van desde la cirrosis, hasta un simple cálculo biliar. (Es muy interesante oír
a un médico explicando cómo se crean este tipo de cálculos y unirlo con esta idea
que compartimos hoy). Esto nos permite afirmar como terapeutas, que tu cuerpo
habla. No solo habla para ti, sino que, si no le prestas atención hablará
para los demás.
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Otro ejemplo que podemos compartir, es el desequilibrio que
se genera al manejar esos pequeños problemas y dificultades que vivimos
cotidianamente y que se suelen ir acumulando especialmente en la columna
vertebral, estructura principal de nuestro cuerpo, y van generando a su vez
otra serie de problemas asociados. Hemos visto, por ejemplo, personas que les
cuesta recibir órdenes en su vida laboral, con severos dolores y desarreglos en
la columna; todo por ese deseo del propio
Ego, de “no dejarse doblegar”; por no ser física y mentalmente flexibles.
En cambio, a las personas que no logran procesar adecuadamente
las ideas o que no las pueden expresar por timidez por ejemplo, los conflictos
y tensiones diarias pueden afectarles más en el ámbito intestinal. El famoso
“colon irritable” responde normalmente a patrones nerviosos de ese individuo.
De esta manera te recalcamos: tu cuerpo habla. Muchas veces no le prestas
atención, pero él se expresa; se resiente y se irrita; se siente armónico y
feliz o desarmónico y triste; cuando lo mantienes mucho tiempo en desequilibrio
se sobrecarga y expresa lo que los médicos llaman estrés.
Cada persona, en función de su estructura corporal y personalidad,
reacciona de manera diferente ante el estrés y ante las distintas emociones
negativas, obteniendo en cada individuo diferentes resultados o problemas
orgánicos.
Aquellas personas más vulnerables a las somatizaciones tienen más
dificultades para simbolizar sus vivencias cotidianas y esto conduce a una
canalización hacia la esfera de lo corporal.
Digamos que los estímulos que recibimos, en vez de ser “digeridos” y
expulsados, se quedan guardados en nuestro organismo, dañando y provocando
dolores físicos.
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A pesar de todo, estos dolores te ofrecen la oportunidad de
cambiar de actitud y perseguir las metas que te ayuden a restablecer tu propia salud
mental y corporal. Realmente no deberías asistir a ningún médico para que te
diagnosticara estrés. No es lógico que él te recomiende un periodo de
vacaciones o descanso; tú mismo deberías hacerte responsable de tu propio cuerpo,
de oírlo, de entenderlo y finalmente, de
evitar que llegue a esos peligrosos límites.
La relajación, el
control de las emociones negativas y un estilo de vida saludable podrán ayudarte
en este, a veces “complicado”, camino. Simplemente e nuestro deseo que
emprendas ese camino, que nos acompañes y apoyes en la generación de una
sociedad cada vez más estable desde el punto de vista físico y emocional, en
donde evitar la violencia y pensar más en los demás apoye tu idea de crecer en armonía; no es difícil; solo has tu parte.
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