El día del ...¿Padre?



“El padre proporciona un elemento único y esencial en la crianza del hijo y su influencia es poderosa en la salud emocional”. Así resumía la importancia de la figura paterna en la vida de un niño, una psicóloga entrevistada en la revista Bonita de Paraguay el domingo 3 de junio. En la nota, que trataba justamente el papel de la paternidad se ponía sobre el tapete lo más importante que un padre puede ofrecer a su hijo o hija: el amor, la presencia, la seguridad, la formación de las creencias sexuales, el apoyo a su crecimiento… y cientos de cosas más.






Muchos van a decir que esas son “puras pendejadas de la modernidad” porque en este país, lo más frecuente históricamente hablando justamente fue y es la ausencia paterna en el seno familiar en el que se han criado y educado hombres y mujeres durante cientos de años.


Por cuestiones que nadie puede dejar a un lado, como el brutal exterminio de hombres y jóvenes en estos años de guerra entre estado, guerrilla, narcotráfico y paramilitares, además de la violencia común, es que la familia colombiana tuvo que crecer al amparo de las figuras maternas. Las mujeres se convirtieron entonces en las únicas referentes de las familias: madres, abuelas, tías. Todas ellas ocupándose de los niños y niñas que llegaron al mundo en estos lares. La ausencia paterna se justificó entonces y se hizo carne en la sociedad después, hasta convertirse en una situación absolutamente corriente y habitual hasta nuestros días. De hecho, nuestro gobierno ha generado muchos programas especiales para las llamadas "madres cabezas de Hogar".


No es que la presencia de un padre en la vida de un niño o niña le “aseguren” una vida adulta feliz, pero tiene una trascendencia más importante de la que solemos darle. A todos nos basta con mirar hacia atrás, al tiempo de la infancia, para reconocernos felices en el seno de una familia en la que el padre estuvo allí, con su presencia en los primeros juegos, la primera bicicleta, el primer partido… y cientos de cosas más.


Y basta con mirar hacia la misma época de la vida cuando el padre era sólo el nombre que se ocultaba; el que “nunca volvió” de su largo viaje de mentiras; el que estaba en la casa de otros niños. Basta una sola mirada, para sentir que algo nos faltó para ser totalmente felices, aunque las madres hayan puesto en nuestras manos, todo el amor que había en la tierra.


He visto en mis terapias que el padre genera heridas que tardan en cerrarse; de esta forma, me uno a los especialistas que dicen que el padre es tan importante como la madre para la salud mental, para la formación de individuo, para el futuro como adulto y como padres también de sus propios hijos. Una asignatura pendiente para muchos hombres que ignoran la trascendencia de su papel en la suerte del hijo o hija que engendran, sin hacerse cargo de las responsabilidades que eso implica. Son padres que no sabrán nunca de juegos y alegrías, ausentes con o sin aviso; forjadores de más “padres de paso” en el futuro y la vida de sus propios hijos.



Acabo de terminar una charla, precisamente sobre la importancia de que el hombre exista en un hogar, y lo vital que representa el que él cumpla el papel de Hombre (porque hay unos padres que se han refugiado en funciones que deberían cumplir las mujeres... básicamente porque las mujeres "modernas" han ocupado el lugar del hombre y se han dedicado a salir a la selva a conseguir el sustento; así, al hombre le queda fácil dedicarse a administrar lo que su mujer trae a la casa); en la medida en que el Hombre tome consciencia de que su labor primaria es PROVEER, entenderá lo que realmente debe dar a sus hijos e hijas.



Para todos aquellos que nos enseñaron y nos enseñarán, a quienes nos provéen y proveerán, 
un Feliz día del Padre en este 2012.

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