Emociones Positivas. La Risa en la Vida del Ser Humano

Hace algún tiempo quería escribir un texto sobre las emociones; no lo había hecho, porque sentía la necesidad de estudiar el tema y, cada vez que lo hacía, leía mucho sobre emociones negativas y cómo afectar al Ser Humano. Hoy llegué a varias conclusiones: aún debo seguir estudiando, pues existe mucha información interesante; debo afrontar este artículo de forma técnica (no tan coloquial como he venido escribiendo este blog), porque existen muchos artículos con comentarios derivados (donde no se nombran investigadores ni persona alguna); debo procurar hablar más de las emociones positivas, cuyos efectos se conocen menos, si quiero hacer un aporte a mis lectores. Disfruten y comenten por favor.

Te gusta reír y hacer que los demás sonrían. Es fácil para ti ver el lado divertido de la vida.
Martin Seligman(1)


Barbara Fredrickson, psicóloga, publicó en 2003 que el estudio científico de las emociones positivas ha sido evaluado como una actividad frívola y no ha merecido la atención de la investigación; se ha creado la tendencia a centrarse esencialmente en las emociones negativas (que dañan a las personas) y se ha olvidado el valor de las positivas.

De alguna forma se piensa que ser positivo es “normal”, “natural”; por este motivo, se supone, no se le presta atención; no ha requerido muchas explicaciones ni investigaciones. Afortunadamente hace algunos años esa tendencia viene cambiando y numerosos psicólogos (Selligman, Ekman y la misma Fredrickson entre los más notables), han comenzado a investigar cómo se adaptan las emociones positivas a lo que se ha llamado "psicología positiva" (Seligman, 2002).
 
Así, el trabajo con las emociones positivas se está transformando en una valiosa herramienta terapéutica y también en un poderoso recurso para proporcionar bienestar, esperanza, satisfacción, salud y en definitiva Equilibrio (el que tanto mencionamos en estas páginas).
 
Las emociones son elaboraciones muy complejas; hace poco leí que se construyen en el cerebro, luego de que el corazón procesa las sensaciones, así que definirlas no es una tarea sencilla. Hay varios investigadores que las consideran como una respuesta de adaptación del Ser, que afectan la memoria y el pensamiento (cerebro), la experiencia subjetiva y el procesamiento de la información (corazón) y surgen ante la evaluación de algún acontecimiento antecedente, generalmente externo, llamado Agente Activante por Albert Ellis. (2)

Las emociones negativas (miedo, ira, rabia, asco, tristeza, entre otras) se asocian con respuestas claras y específicas. Cuando una persona siente miedo, sus sistemas de alerta se activan, se dispone a luchar, huir o esconderse, en actitudes similares a las de determinados animales, como lo presenta Christine Caldwell (3). Así, este tipo de reacciones pueden salvar vidas en situaciones críticas, importante punto para la supervivencia del ser (lo que da valor a las emociones negativas). En cambio, al sentir una emoción positiva (alegría, esperanza o amor, por ejemplo), la respuesta es más ambigua e inespecífica. Entonces no es clara la utilidad que tiene para la supervivencia, especialmente porque no es inmediata. Sin embargo, no debe obviarse, ya que es muy posible predecir otros beneficios derivados de las emociones positivas (Ekman, 1994) 

Bárbara Fredrickson ha desarrollado una amplia investigación centrada en las emociones positivas y la forma como cambia a los seres humanos(4). Así, plantea la Teoría abierta y construida, que sostiene que emociones como la alegría, el entusiasmo y la satisfacción comparten la propiedad de ampliar las capacidades de aprender (entendimiento) y manejar (comportamiento) situaciones,
a pesar de ser emociones completamente diferentes entre sí; otro hecho interesasnte es que todas ayudan a construir "reservas" disponibles para crisis futuras

Concluimos entonces que además de ser agradables a corto plazo, las emociones positivas preparan a los individuos para tiempos futuros más duros y fomentan la felicidad a largo plazo. Además de que promueven el espíritu lúdico, la creatividad, el autocontrol, el pensamiento racional, la conducta prosocial, el crecimiento personal y la conexión social, entre otros, las emociones positivas dotan a las personas de habilidades y estrategias útiles para momentos de conflicto.

Estoy de acuerdo con los psicólogos que manifiestan que las emociones positivas tienen mucho que ver con el sentido del humor. Exponen que ese sentido del humor nos trae beneficios psicológicos (alegría, bienestar, satisfacción), físicos (tolerancia al dolor, activación del sistema inmunológico, mejora del sistema cardiovascular) y sociales (motivación, comunicación); es claro que las emociones positivas a su vez, aumentan la misma disposición al buen humor.

Actitudes corporales que manifiestan esas emociones positivas, como el sentido del humor, la sonrisa y la risa (en ese orden), merecen protagonismo en esta nueva etapa de la psicología; el sentido del humor y particularmente la risa, produce una de las sensaciones mas placenteras de la experiencia humana (la otra es el sexo, del cual hablaremos en otra publicación). 

La sonrisa es una de las primeras emociones que expresa el ser humano (el llanto de los bebes después del nacimiento es inducido, igual que el llanto de hambre, de sueño y de dolor); el bebe empieza a sonreír a partir de la sexta semana de vida, porque sí; es una capacidad que descubre  y en la cual pasa mucho tiempo, especialmente si es estimulado a ello. Así, el niño aprende que sonreír, a parte de ser divertido y amistoso, es algo que produce respuestas agradables en los demás (han pasado años para que nos enteremos de que en nosotros mismos también se producen respuestas agradables); con sonrisas puede recibir atención, afecto, contacto e interés. La sonrisa se convierte entonces en el primer lenguaje, pues es una vía abierta de interrelación. La mayoría de las teorías que he mencionado coinciden en manifestar que esta sonrisa constituye un comportamiento que puede evolucionar hasta convertirse en una conducta emocional, mental e incluso espiritual. 

La risa tarda un poquito más; sus primeros signos aparecen entre la cuarta y la décima semana de vida y se considerará como una conducta establecida a partir del cuarto mes. Considerando que la risa tiene un papel similar al de la sonrisa en cuanto a las relaciones interpersonales y que todos los niños nacen con un "potencial creativo sobreabundante para la risa, la diversión, el juego, la felicidad y el amor" (Holden, 1999), es un poco aberrante pensar en cómo vamos abandonando estas capacidades al reemplazarlas por una estéril e innecesaria seriedad, que no tiene otro objetivo que parecer maduros a los ojos del círculo personal más próximo.

Sin embargo, los seres humanos cambian la sonrisa, risa y buen humor con los años en un trueque en el que crea una serie de trastornos con pensamientos excesivamente serios, irracionales y subjetivos. Creamos lo que Albert Ellis(2) denomina nuestras propias “camisas de fuerza” mentales, con base en ideas como los “deberías...”, “hay que…” y “tienes que…”(Ellis, 1976), cuyas supuestas reglas son dictadas por la sociedad, vigiladas por nuestro círculo más próximo y que deben ser acatadas con un formalismo y seriedad que es una bella pero inútil ilusión (Y me puse poético... no?)

Volviendo a lo técnico y científico, la risa se define como una reacción psicofisiológica (es decir, de mente y cuerpo) caracterizada por unas vocalizaciones repetitivas (ha-ha, he-he), una expresión corporal y un conjunto de procesos neurofisiológicos concretos (cambios respiratorios y circulatorios, activación del sistema dopaminérgico y otros circuitos neuroquímicos, entre otros) y una sensación subjetiva que llamamos hilaridad y que tiene un carácter agradable (Carbelo y Jáuregui, 2006). 

Pienso que el humor, no solo es bueno para los pacientes, sino para los cuidadores (médicos, sicólogos, enfermeros, terapeutas e incluso odontólogos, por ejemplo), pues nosotros nos encontramos constantemente en contacto con sensaciones de dolor y sufrimiento, lo que además de deprimente, puede resultar estresante cuando se tiene una carga importante de trabajo. Debemos prestar atención particular a este tema, pues estos elementos, sumados a nuestras responsabilidades, pueden alterar seriamente el equilibrio psicológico del profesional.
 
Siempre he sostenido que, los profesionales de este campo podríamos luchar más fácilmente con este estrés si tenemos, apropiadas en nuestra experiencia de vida,  estrategias de afrontamiento y de adaptación que sean armónicas para nuestra labor.
El profesional de la salud debe atender no sólo a las necesidades del paciente, sino también a sus propias demandas de cuidado. Infortunadamente la formación académica de los profesionales de la salud ha hecho énfasis en la preparación técnica, relegando a la voluntad del profesional aspectos como el autocontrol, la autoestima, la automotivación, la comunicación y el humor, entre otras emociones positivas.

La posibilidad y capacidad de reírse (incluso reírse de uno mismo) es una verdadera inmunidad psicológica contra una moderna tendencia de la sociedad: El exceso de seriedad. El objetivo de este artículo es proponer los 3 elementos ascendentes, la Sonrisa, la Risa y el Humor, como herramientas emocionales y mentales que procuren el Equilibrio y la Armonía, de sensaciones, sentimientos, emociones y pensamientos (en ese orden). Por eso finalizo este texto con una frase de un psicólogo y filosofo de comienzos del siglo pasado. 

No reímos porque somos felices, sino que somos felices porque reímos.
William James 


Notas:
(1) Martin Seligman, Director del Centro de Psicología Positiva en la Universidad de Pennsylvania y fundador de la Psicología Positiva. http://www.authentichappiness.sas.upenn.edu/Default.aspx Visitado:15/06/2011.
(2) Albert Ellis, terapeuta y psicólogo, autor de la Teoría Cognitiva Conductual o Teoría de las Emociones o Teoría del ABCDE de las emociones. http://www.psicologia-online.com/ebooks/personalidad/ellis.htm Visitado:15/06/2011.
(3) Christine Caldwell, psicoterapeuta de enfoque corporal, cuyas experiencias terapéuticas en estas emociones negativas se exponen en el libro Habitar el Cuerpo. http://www.themovingcycle.com/ Visitado:15/06/2011.
(4) Barbara Fredrickson, Psicóloga e investigadora del Laboratorio de emociones positivas y psicofisiología. http://www.unc.edu/peplab/barb_fredrickson_page.html Visitado:15/06/2011.

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